Navegando por la misma mar

 

Baldeando la red WP2 tras un muestreo

 

Lentejas en Vinagreta de Anchoa, Faneca frita, Gazpacho, Carrillada de Cerdo con Salsa Española

De pronto, me doy cuenta de que no disponemos a bordo de un directorio de “Campañas Favoritas”, a modo de los “Marcadores” de nuestro navegador web, como no sea lo que la memoria de cada uno ha ido guardando durante todos estos años. Miles de momentos concretos, de ortos y ocasos, de mediodías, de mares densos como el aceite o convulsos como el agua bullendo a borbotones. Campañas recordadas por las dificultades, por los problemas, por las continuas entradas a puerto en busca de cobijo ante el mal tiempo; campañas en las que se vencieron las complicaciones a medida que pasaban los días; en otras ocasiones, los problemas fueron de tal calibre que la campaña se pospuso sine die, esperando que  dichos problemas fueran solucionados… Todo son recuerdos personales que coincidirán o no con los de los demás, y que en muchos casos se amontonan desordenadamente en la memoria como los legajos sobre la mesa de un gerente sobrepasado por sus propias debilidades.

Después están las campañas que “ni hechas por encargo”: campañas con una meteorología ideal para trabajar sobre la cubierta de un barco; con apenas ningún problema de instrumentación, solventados aquellos que se presentaron con una presteza fantástica; con una sintonía entre tripulación, científicos y técnicos que pudiera hacer creer que formaban un equipo estable desde hacía tiempo; con un apetito y buena disposición por parte de los científicos del IEO y los técnicos de la UTM que convertía el trabajo diario de Fonda en la agradable cocina hecha para la familia…

A esas campañas habría que incluirlas en los “Marcadores” de nuestro virtual navegador a través de la historia del GdC: DUST iría, estoy seguro, directa a esa carpeta de “Marcadores”, o “Favoritos”, o como quisiéramos llamarla.

Con la misma serenidad que empezó DUST, así ha acabado también, con todos los planes cumplidos en plazo. Incluso me pareció entender que se ha podido realizar algún muestreo extra, que nunca está de más porque para una vez que se consiguen fondos, hay que aprovecharlos hasta el último céntimo, que con el dinero público hay que ser muy escrupuloso.

El GdC, tras pasar unas horas atracado en Málaga disfrutando de su envidiable modus vivendi, compartiendo incluso con viejos amigos de otras campañas unas cervezas y unas tapas –inexplicable que en Málaga también exista Fast Food anglosajona… ¡pero si en tomarse unas concha finas no se tarda nada!- zarpa hacia Barcelona, en su última travesía antes de que el barco se tome unas vacaciones. Insistiendo en lo de que no hay que desperdiciar ni un euro de dinero público, el GdC aprovechará dicha travesía para colaborar con GEOAZUR recuperando una de sus boyas MERMAID que ha ido a parar a aguas cercanas a Cartagena en una trayectoria laplaciana –al albur de las corrientes- que tuvo su origen en Niza.

Mientras vamos dejando a Málaga por la popa, preguntándonos si volveremos alguna vez a este querido puerto, los científicos del  Instituto Español de Oceanografía comprometidos en el proyecto IPF-ALB habrán comenzado ya a trabajar las muestras recogidas durante estos diez días de campaña DUST, con la esperanza de llegar a conocer mejor la dinámica planctónica en el giro anticiclónico al oeste de Alborán, y  cómo la aportación de material sahariano transportado por el viento afecta a dicha población.

No se puede más que desearles buena travesía en ese viaje, y esperar que la coyuntura nos permita volver a trabajar juntos en el futuro. Al fin y al cabo, navegamos en la misma mar.

 

 

Bailando el vals de Coriolis

Zooplancton migrando a superficie durante la noche, listo para cazar

 

Tortellini al Pesto Rojo, Pechuga de Pollo con Ensalada de Endibias y Pimientos de Padrón, Sopa de Verduras y Ternera, Gallineta en Caldeirada

Buscando inspiración en el escenario que contemplo busco en las llaves del saxo el camino que marca “The first time even I saw your face”, cantada por George Michael en “Songs from the Last Century”  -o por la eterna Nina Simone-, y a medida que el sol va acortando su distancia al horizonte me atrevo a poner los pies fuera del camino improvisando un sendero alternativo, procurando que se cruce regularmente con la melodía -como lo hace el perro que corretea alrededor de su amo sin dejar de seguir el camino de éste-, consciente de que no debo explicación alguna a nadie porque es, simplemente, un asunto entre mi saxo, mi memoria melódica, el mundo que me rodea, y yo, y si suena mal lo asumo, paro y vuelvo a empezar. Estoy sin maestra, soy como el náufrago que sigue nadando aunque sea de noche e ignore cuál es su rumbo.

En proa, yo toco el saxo –u observo qué flota, nada o vuela en, bajo, sobre la mar, con los prismáticos y la cámara listos para reconocer el objetivo o reconocer que no tengo idea de lo que es-; Óscar toma, medio adormecido, su bañito de sol vespertino; Eva medita con el semblante transfigurado de serenidad. Más arriba, en la magistral, algunos científicos esperan: Nerea otea el horizonte armada también con una cámara de potente zoom; Fran y Antonio charlan relajadamente… mientras el sol pierde más y más altura sobre el horizonte, tiñendo el cielo poniente de un naranja marciano. El sol desciende, y una de las mayores migraciones del planeta –quizás la mayor- asciende, un anochecer más.

Cada anochecer, en todos los mares y océanos del planeta Tierra, un número incontable –sea de individuos, de toneladas, de metros cúbicos- de zooplancton emigra desde las profundidades oscuras en las que se oculta de sus depredadores y asciende hacia la superficie, en busca de comida: zooplancton de menor tamaño y fitoplancton, que se encuentra en la capa superficial donde puede recibir la energía solar necesaria para realizar la fotosíntesis. Se trata de un viaje de unos quinientos metros, realizados por seres de diferentes tamaños -en torno a un centímetro de largo, aunque los hay bastante más pequeños y grandes-. Comparativamente, es como nosotros tuviéramos que andar cada día ochenta y cinco kilómetros montaña arriba para alimentarnos, y nos lanzáramos en paracaídas para que la gravedad nos llevara de nuevo a la seguridad de la cueva donde ocultarnos de nuestros depredadores. Me pregunto qué cantidad de calorías deberíamos ingerir para que el balance energético fuera, al menos, cero.

En zonas oceánicas de mayor profundidad se encuentran otra capa más de zooplancton –en Canarias, por ejemplo, hay una tercera capa a ochocientos metros-. De hecho, como pudo comprobar el proyecto Malaspina, hay plancton en toda la columna de agua, sea del tamaño que sea ésta.

El zooplancton se oculta de sus depredadores escondiéndose en la oscuridad de las zonas profundas. Cuando anochece comienza a ascender hacia la superficie, con la esperanza de que en la oscuridad de la noche no pueda ser detectado por los peces que se alimentan de él, y pueda alimentarse del plancton que habita permanentemente la capa superficial marina. Dicha relación entre la luz y el comportamiento del zooplancton es tan íntima que si en una noche nublada aparece de pronto la Luna entre los jirones de nubes, inmediatamente dicho zooplancton se bate en retirada y emprende el regreso hacia zonas oscuras, consciente de que la intensidad de la luz lunar puede ser suficiente como para que sus depredadores le detecten.

El plancton marino es primordial para el sostenimiento de la vida en el planeta. Buena parte del oxígeno liberado a la atmósfera y del CO2 que no llega hasta ella están relacionados con el metabolismo planctónico: el fitoplancton –en todos los océanos y mares de la Tierra- libera oxígeno durante el proceso de fotosíntesis, y las necesidades de carbono del plancton fijan toneladas y toneladas de CO2 que de otro modo se añadiría al vector químico implicado en el calentamiento global del planeta. El plancton, además, ocupa los primeros escalones de la pirámide de depredados-depredadores. El plancton es consumido por los humanos no sólo indirectamente al depredar especies depredadoras de plancton, sino que lo consumimos directamente en varias zonas del planeta: en Chile se ha consumido durante mucho tiempo el mismo krill del que se alimentan las ballenas, hasta que se demostró que el exceso de flúor aportado por esa dieta era nocivo para el ser humano. Japón sabe mucho, desgrsaciadamente, de estos efectos.

Se entiende por plancton la comunidad de seres vivos que son incapaces de luchar contra las corrientes, se puedan desplazar verticalmente o no. Si lo hacen, aun así siguen expuestos al devenir del movimiento de las masas de agua y las corrientes que las transportan.

Mientras muestreamos al plancton en su migración diaria y nos convertimos en espectadores pasivos de los dramas por la supervivencia de esta ingente biomasa, ésta sigue bailando, sin perder el compás, el vals de Coriolis.

GdC, Olimpo de dioses

Reflejos del GdC y del calderón

Espárragos con Jamón, Fideos Chinos con Ternera, Gazpacho, Salmón en Papillote con Patatas a lo Pobre

Cada segundo, un millón de metros cúbicos -1 Sverdrup (Sv) = 106 m3/seg: unidad de velocidad de flujo creada por el oceanógrafo noruego de ese nombre- de agua marina proveniente del Atlántico atraviesan el Estrecho de Gibraltar y penetran en el Mediterráneo. Aunque son aguas bastante más frías que las mediterráneas, son también bastante menos saladas, razón por la que acaban atravesando el Estrecho y penetrando en el Mediterráneo por superficie. Mientras, aguas mediterráneas, más calientes pero también más saladas, escapan arrastrándose por el fondo del Estrecho de Gibraltar, formando masas de agua que atraviesan el Atlántico mientras se van diluyendo poco a poco –un proceso que tarda años- en las aguas frías y poco saladas que les envuelven.  La cantidad de agua mediterránea que escapa hacia el Atlántico es menor que la que entra desde éste al Mare Nostrum porque la gran evaporación que sufre este mar cerrado no es suficientemente compensada por los aportes de agua continental y por la lluvia, ambos fenómenos relativamente escasos en estas latitudes. La ecuación agua que entra/agua que sale/evaporación/aporte continental se iguala, finalmente, a cero.

De manera análoga a la fuerza invisible parece querer alejarnos de nuestro rumbo directo hacia el barco después de una noche de cervezas, o a la que fuerza al carro con nuestra compra a acercarse a los expositores de “opotunidades”, la inmensa corriente de agua atlántica que penetra en el Mediterráneo siente la influencia de la fuerza de Coriolis, producto de la rotación de la Tierra actuando sobre los fluidos en movimiento, y mientras remonta la costa malagueña desde el Estrecho va torciendo cada vez más su curso hacia la derecha hasta formar un gran remolino de giro anticiclónico –en el sentido de las agujas del reloj- cuyo vértice se encuentra más cerca de la costa marroquí que de la española.

Las aguas que forman este giro reciben toneladas de polvo proveniente del  desierto cada vez que el viento sopla del sur. Cuando eso ocurre, en la costa andaluza mediterránea  se observa la calima; en la mar, esa lluvia de materia inorgánica es aprovechada por el fitoplancton para aumentar su biomasa rápidamente, llegando a formar blooms o floraciones que son detectables incluso a través de las imágenes de satélite.

DUST, la campaña que el proyecto IPAF-ALB, liderado por el Dr. Jesús M. Mercado, del Instituto Español de Oceanografía (IEO ) realiza a bordo del GdC, estudia el trasiego de carbono que se produce a raíz del aporte de polvo sahariano en el fitoplancton del giro anticiclónico de aguas provenientes del Atlántico.

Para realizar dicho estudio estamos muestreando con LHPR, CTD y redes WP2, a fin de conocer la abundancia, biodiversidad y estructura de tamaños de la comunidad planctónica de estas aguas.  Así mismo, se están realizando experimentos para determinar las tasas metabólicas de dicha comunidad. Dichos experimentos se realizan capturando plancton vivo e instalándolo en piscinas donde se recrean las condiciones ambientales propias de la comunidad. A continuación se abonan las muestras con preparados de laboratorio que emulan los aportes que el polvo del desierto proporciona al plancton, y se comprueba cómo afectan al metabolismo de dichas muestras.

Para las comunidades planctónicas instaladas en esas ciudades de vacaciones de 1 m3 que los científicos de IPAF-ALB han creado para ellas, el maná cae del cielo a instancias de dioses que controlan la tierra, los cielos, los mares, los astros…

El GdC, mientras, flota sobre la reflectante superficie marina como el Olimpo sobre los cielos de los humanos

Navegando hacia Nunca Jamás

El GdC cociéndose en Málaga

Ropa Vieja, Jureles a la Plancha con Champiñones al Horno, Crema de Calabaza, Berenjena Rellena de Verduras y Ternera.

Bajo el sol justiciero, propio de un spaguetti western, parece que hace siglos desde que el gran chubasco que cayó sobre Barcelona endulzara el barco hasta arrancarle la cascarilla. Pero de eso, en realidad, hace apenas una semana. Mientras veíamos alejarse tierra firme por la popa, la silueta del Montseny se recortaba contra el gris blancuzco y amenazante de un inmenso cumulonimbo que crecía y crecía a medida que el sol iba ganando altura. Por proa, la mar parecía una capa real que se perdía en el horizonte, de un azul intenso tachonado por los pellizcos blancos que el viento dejaba en su superficie. La imagen, sin embargo, era engañosa: si dejabas de mirar a través de las gafas de sol o del objetivo de la cámara, ambas superficies tratadas para polarizar la luz y limitar los reflejos, entonces la mar se convertía en una armadura principesca hecha de millones de escamas de plata que refulgían cuando la luz del sol se reflejaba en ellas, ocultando la naturaleza de lo que estuviera flotando en la superficie o se mantuviera sumergido más allá de ella.

Han sido demasiados días esperando volver a navegar, viendo cómo pasaba el tiempo con una parsimonia desesperante, buscando rincones donde la piqueta y la brocha de pintura aún no hubieran realizado su trabajo beneficioso de revivificación del casco; válvulas que perseveraran empecinadamente en perder de vez en cuando alguna gota del líquido contenido; ideas para seguir cocinando con todo el cariño a pesar de la inapetencia que se iba apoderando de la tripulación, quizá porque la energía consumida no justificaba aportes de consideración.

Dos días se tarda en recorrer la distancia que separa Barcelona de Málaga. Dos días en los que el viento nos acompañó con diferente intensidad, hasta hacerse impertinente cuando ya orillábamos la costa malagueña.

Llegamos el domingo por la mañana, pero hasta hoy no empezaba la campaña, así que hemos tenido dos días para disfrutar de Málaga, cosa muy fácil siempre que se tenga la precaución de ir por la sombra. Incluso nos ha dado tiempo de celebrar con carácter preventivo la fiesta de los marinos la cual, paradójicamente, se celebra mucho mejor en tierra firme que mar adentro.

Durante los próximos diez días vamos a estar trabajando en un área comprendida entre Málaga, Marbella y las aguas a poniente de la isla de Alborán, para la campaña DUST del proyecto IPAF-ALB, que estudia los flujos de carbono mediados por organismos planctónicos del giro anticiclónico que se produce en esa área. Si la meteorología se comporta como hoy durante toda la campaña ésta será una delicia, siempre que uno sepa aguantar con parsimonia ese tipo de calor que aplana el universo hasta convertirlo en un plano de dos dimensiones, con la mar adherida a él como el celofán lo hace a la cubierta de un libro, en donde cualquier aleta que rompe esa superficie destaca como el filo de un cuchillo rasgando la gelatina, en la que las alteraciones que seres desconocidos producen al nadar bajo ella se convierten en pequeños oleajes que delatan su presencia desde mucha distancia.

Mientras el sol se acerca a su ocaso observo la acumulación de lo que al parecer son dinoflagelados del género Noctiluca. Es como nieve cuyo tránsito a través de la atmósfera se hubiera congelado en un truco de antiguas cinematografías. Si es verdad que son Noctiluca, esta noche quizá podamos ver cómo el GdC deja una estala de luz por la popa, en su particular viaje hacia el país de Nunca Jamás.

Probando la vida en seco

Son las 00:39 horas del día 25, así que ya puedo estar legalmente en casa, disfrutando de mis vacaciones.

Quizás a alguien le parezca extraño que, siendo el día 25 jornada de viajes a casa, yo haya podido conseguir llegar a ella en el tiempo récord de 39 minutos; quizás alguien, de los que puedan leer este blog, sepa que vivo en Zaragoza; incluso es posible que alguien se tome la molestia de hacer un pequeño cálculo para descubrir que he viajado a la nada desdeñable velocidad de 461,53846153846153846153846153846 km/h; puestos a pensar, ¿habrá alguien que se esté preguntando cómo lo he hecho?

Quizás…

Yo, sin embargo, no dejaba de preguntarme cómo podía conseguir subir entradas a este blog cuando todos los métodos de acceso a Internet desde el barco han dejado de funcionar, o lo hacen de una manera tan desastrosa que es imposible mantener el blog al día.

Así que, lo primero que he hecho al llegar a casa ha sido besar y abrazar repetidamente a mi mujer y mi hijo, abrirme una cervecita, y entrar en WordPress para ver cómo podía solucionar el asunto de las subidas al blog de entradas recién hechas, y no congeladas durante días en un disco duro.

Y, hete aquí que a los dos minutos ya había encontrado la respuesta: ¡se pueden subir entradas al blog a través del correo electrónico!

Así que aquí me tienen, enhebrando esta entrada aclaratoria -ahora ya saben por qué no han habido entradas sobre la campaña que hace poco realizamos en aguas cercanas a Alborán-, a la vez que probando el sistema vía correo electrónico -si están leyendo esto es que ha funcionado- y realizando la firme promesa de subir, a partir de mañana, las entradas relacionadas con las últimas actividades del blog.

Espero que sepan disculpar la coyuntura. Gracias.