Pan con Tomate, Jamón y Espárragos, Butifarra con Alubias Salteadas y Pimientos de Padrón, Sopa de Verduras e Hinojo, Sancocho de Bacalao.
El viento del norte nos llevó a buscar refugio en Palamós pero el GdC, con Palamós, ya tenía una cita. Uno de los dos motores auxiliares había sufrido una avería que obligaba a buscar ayuda en puerto para repararlo. Los motores auxiliares son los que producen toda la energía eléctrica necesaria para que el barco funcione. Salvo cuando el barco está conectado a tierra por un umbilical conectado a un poste eléctrico, siempre tiene que haber un motor auxiliar funcionando, incluso cuando estamos navegando. El motor principal es sólo propulsor: su único cometido es hacer girar el eje de la hélice para que ésta dé empuje al casco. Los dos motores auxiliares funcionan alternadamente, de modo que cada uno es el motor de emergencia cuando es el otro el que está proporcionando la energía eléctrica. Si se estropea uno de los motores auxiliares, el que le sustituye no tendrá ninguno que le suceda si él también se avería. Por ello, no conviene estar mucho tiempo con un motor auxiliar averiado.
Así que en cuanto se supo que debido al mal tiempo íbamos a tener que buscar refugio en Palamós, el departamento ee Máquinas lo organizó todo para aprovechar la circunstancia.
Al atracar en Palamós nos pudimos comprobar que se había convocado en su puerto un Congreso Internacional de Pelagia noctiluca, la pequeña medusa con toques de color cárdeno que atemoriza a los bañistas cuando se acerca a las playas. O era un congreso, o la mar las había empujado al interior del puerto de Palamós, dejando alta mar libre de ellas, o el bloom de Pelagia era tan desproporcionado que había invadido cualquier rincón, incluído el puerto. Consultado el staff científico, este apostó por la tercera opción, o sea, que había Pelagia por todos sitios. Y eso no era una buena noticia para los huevos y larvas de sardina y bacaladilla ni, a la postre, para WINFISH.
Reconozco que quizás fue una falta de sensibilidad el hecho de que el menú de ayer fuera huevos rellenos y sardinas a la plancha. Tal vez algún científico creyera ver en esos platos una carga de ironía gastronómica. Espero que no fuera así. Por si acaso, en cuanto dí la comida escurrí el bulto con la excusa de ir a pajarear por los riscos que flanquean la playa de el Castell, a ver si veía alcas (Alca torda) invernando en estas aguas. No las ví, pero si vi a un par de cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis), uno adulto y otro joven, pescando en la Fosca, y eso ya valió el paseo. El personal del barco se dedicó, en su mayoría, a soportar como pudo la música a todo meter de las carrozas del carnaval mientras intentaban relajarse delante de una cerveza, o paseando por las calles de Palamós.
El mal tiempo amainó y antes de media noche nos hicimos a la mar. Los trabajos de muestreo se han reanudado a partir de las 04:30… con idénticos resultados: los huevos y las larvas de bacaladilla andan prácticamente desaparecidos. El equipo está reunido en un permanente gabinete de crisis, intentando tomar decisiones que optimicen el tiempo de campaña. Las circunstancias que explican esta coyuntura son variadas. Está claro que el hecho de que los temporales que ha habido en la zona durante este invierno hayan sido predominantemente de Levante puede haber significado un insuficiente enfriamiento de la superficie marina para permitir la mezcla vertical y el afloramiento de aguas profundas. Se está valorando la posibilidad de aumentar las mediciones de los valores ocenaográficos (temperatura, salinidad, etc.) -incluso aunque eso signifique menos tiempo de muestreo- con tal de tener una idea clara de hasta qué punto se ha realizado esos dos fenómenos que tanto influyen en la biología reproductiva de la sardina y la bacaladilla.
A todo esto, me ha parecido oír por el barco no sé qué de que el miércoles viene otra vez mal tiempo.
Es curiosa, esta campaña: necesitamos que haya mal tiempo para que a continuación la situación oceanográfica favorezca la aparición de huevos y larvas y se pueda medir, entonces, la relación entre ambos fenómenos. Pero el mal tiempo nos obliga a parar los trabajos y buscar refugio en puerto. Y ¿quién puede preferir estar en puerto a estar navegando?