Entre bits y bips

El fondo marino al sur de Gran Canaria

El fondo marino al sur de Gran Canaria

Siguiendo el camino de la hormiga

Siguiendo el camino de la hormiga

Crema de Verduras, Burro a la Espalda con Papas y Mojo, Ensaladilla Rusa, Entrecotte con Rollitos de Primavera

El GdC pasa por la derrota que hicimos hace tres días como una hormiga siguiendo el rastro de feromonas que dejaron las que le preceden. En nuestro caso, las feromonas se concretan en bits de información que los cerebros electrónicos del barco y de los instrumentos acústicos con los que trabajamos procesan a velocidad vertiginosa. Dónde estuvimos, dónde estamos, qué diferencia hay entre ambas situaciones: las tres preguntas que cada segundo va respondiendo la tecnología. Al oficial de guardia se le presenta en pantalla la respuesta a la última de las tres. Es cuestión, entonces, de meter unos grados de timón para volver a posicionar el barco sobre la línea de puntos. Son siempre maniobras que exigen delicadeza, suavidad. Lo que no proporciona el sistema es la corrección del rumbo según la corriente y el abatimiento producido por el viento. Eso corre a cuenta de la profesionalidad del piloto. Bastante más difícil que pasar el psicotécnico para renovar el carnet de conducir.

Ochocientos metros por debajo del casco del GdC el fondo sigue alejándose de nosotros a medida que nos separamos de la costa de Gran Canaria. Es el talud, que conecta la plataforma continental con las llanuras abisales. La sonda multihaz y la paramétrica, ancladas al casco del barco, y la de barrido lateral, que sobrevuela el fondo a 80 metros de altitud sobre él, registran los ecos de las señales enviadas por ellas y que han rebotado en el fondo. Con la información proporcionada por las tres sondas se consigue dibujar un mapa que representa el fondo marino con la exactitud de un maquetista obsesivo, en el que, si se sabe interpretarlo, se pueden apreciar estructuras del fondo como rocas, acumulaciones de algas, playas de arena, etc. Y no sólo eso; también quedan representadas la características geológicas del subsuelo hasta veinte metros por debajo de la superficie del fondo.

El GdC va a cubrir un área de unos 32 km2, con sus tres ojos mirando hacia el fondo. El barco acabará realizando entre 15 y 20 pasadas paralelas hasta haber cubierto todo el fondo. Y ¿para qué se está recabando esta información? Nos cuentan que se trata de encontrar un emplazamiento adecuado para realizar las pruebas de un sistema de anclaje para plataformas. Nos han sub-sub-contratado.

No se puede decir que, científicamente, sea una campaña muy estimulante para los que nos gusta observar y preguntar. Personalmente, opto por dirigirme a la cubierta de proa. La mar no permite salir a tocar el saxo, y en el laboratorio tampoco es posible porque en todo momento hay técnicos controlando las sondas y bastante tienen los pobres como para soportar mis notas octavadas. Así que me dedico a observar cómo las pardelas cenicientas sobrevuelan las olas mientras los delfines comunes las surfean, justo por debajo de su superficie.

Después, cuando la falta de luz vuelve a los seres de la mar invisibles, aprovecho que sigue habiendo cobertura de internet para leer algo más sobre Anne y su exilio en Cabo Leeuwin (https://caboleeuwin.wordpress.com), atrapado como me tiene mientras remonto su historia desde 2009, cuando fue abandonada en su isla.

De camino hacia la cocina paso junto al chigre desde el que se manipula la sonda de barrido lateral, que emite un pitido cada medio segundo mientras está arrancado. Llevamos 48 horas con esa sonda por la popa… 2880 minutos… 172800 segundos… 345600 bips… 345601… 345602… 345603…

Nos vamos a quedar sin bips, y entonces qué.